Esta isla, llamada así por su característica flor autóctona, marca el límite septentrional de la Reserva Marina. Sus paredes escarpadas y su habitual corriente nos harán disfrutar de algunas de las mejores inmersiones de la Reserva Marina gracias a un hermoso paisaje y a una increíble fauna marina, dominada por sus grandes meros y bancos de serviolas, así como peces de roca como las brótolas y las morenas.
Comenzamos la inmersión en una pequeña cala situada al suroeste de Illa Porros que queda al resguardo de los vientos predominantes en esta parte de Menorca para así poder equiparnos con tranquilidad. Una vez en el agua, con todo el grupo reunido en superficie, nos sumergiremos con la referencia de la pared que cae vertical prácticamente hasta los 18 metros de profundidad. No utilizamos el cabo del ancla ya que esta inmersión, debido a sus frecuentes corrientes, la realizamos a la caribeña, es decir, nos dejamos llevar por la corriente mientras el patrón nos sigue con la embarcación por superficie. De este modo evitamos gastar energías nadando contra-corriente y así podemos realizar un mayor recorrido mientras damos la vuelta a la isla.
El principio de la inmersión lo realizamos sobre una plataforma formada por grandes bloques rocosos a unos 20 metros de profundidad, dejando la pared de la isla siempre a nuestra derecha y dirigiéndonos hacia el norte empujados por la corriente.
Durante toda la inmersión podremos ver numerosos meros de todos los tamaños, algunos de ellos realmente grandes. Bancos de serviolas cazando son también habituales de esta zona por lo que debemos estar atentos a los movimientos sobre nuestras cabezas, así como mirar al azul donde en ocasiones se dejan ver falsos abadejos o meros de mancha dorada, rayas, espetones… Y no nos olvidemos de buscar entre las rocas que conforman el lecho marino ya que seguro nos deparan alguna sorpresa como brótolas y morenas.
A medida que progresamos en nuestra excursión iremos subiendo de cota para así poder alargar nuestro tiempo de fondo hasta que no nos quede más remedio que lanzar la boya para dar por concluido nuestro buceo, no sin antes realizar la parada de seguridad suspendidos en medio del azul Mediterráneo.